ENSEÑANZAS VITALES (#3) LA GENEROSIDAD

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Estoy sintiendo en mi corazón la imperiosa necesidad de sembrar. Le he pedido a la Vida que me oriente, que me muestre lo que debo hacer. De modo que hoy amanecí preguntándome ¿Qué se necesita para Vivir y Convivir con Bien-Estar?

Voy a responder esta pregunta a partir de lo que yo mismo estoy viviendo. Esto quiere decir, tomando como base lo que estoy sintiendo, conociendo  y practicando.

A partir de las enseñanzas de la Afectología hemos logrado comprehender una Verdad Vital: la Generosidad es una de las llaves afectivas que abre las puertas del Bien-Estar. Esta es la enseñanza que hoy la Vida me ha dado y es mi deseo compartírtela.

Todos tenemos una definición básica de lo que es la Generosidad. Preguntándole a mis contactos del Facebook, el punto en común es ver la Generosidad como el “dar sin esperar nada a cambio”. Mi Maestra Vital, es decir mi suegra Imelda, dice que el que es generoso es amplio, colaborador; experimenta una mayor satisfacción personal porque la Generosidad recompensa con más y mejores amigos, por lo tanto se es más sociable. Siempre tienes quien te haga un favor, no pasas necesidades. En síntesis, no sufres por carencias. Lo cual nos permite concluir de entrada, que en efecto, ser generoso si contribuye efectivamente con el Bien-Estar y por lo tanto, nos permite Vivir y Convivir con mayor tranquilidad.

Ahora bien, esta claro que practicar la Generosidad es beneficioso para el individuo y su entorno. Sin embargo, lo que quizá no tenia yo muy claro eran las formas de la Generosidad y sobre todo, el hecho de que la Generosidad va más allá de las cosas materiales. Así que me puse a reflexionar este asunto de la Generosidad desde el prisma de la Afectologia y esto fue lo que encontré:

Resulta que la Generosidad bien puede tener una base genética relacionada con el altruismo. No obstante, si uno crece en un entorno donde no le muestren esta actitud, difícilmente la practicará. Lo digo por experiencia propia. Yo vengo de un entorno en el que la Generosidad prácticamente brillaba por su ausencia. La prueba de ello es que aun viniendo de una amplia Familia de Origen, terminé viviendo durante casi 4 años en un internado para niños carentes de red familiar.  Y no fue hasta mi afortunado encuentro con mi Luz y su entorno familiar –que ahora es el mío- cuando empecé a experimentar y comprehender lo que significa la Generosidad.

En primer lugar, la Generosidad significa dar y compartir recursos. ¿Qué tipo de recursos? De acuerdo con las enseñanzas de la Afectologia hay tres tipos de recursos:

  • Afectivos
  • Intelectuales
  • Materiales

Los Recursos Afectivos por excelencia son prestar atención, escuchar al otro, ser empático, es decir, sentir al otro. ¿Cuánto no valoramos que el otro nos escuche? Prestar atención y escuchar son actos de Generosidad, y son afectivos porque indudablemente estrechan los vínculos, incrementan el aprecio.

Los Recursos Intelectuales hacen referencia a los conocimientos, más específicamente a los conocimientos sobre la Vida. Compartirle al otro una reflexión, una enseñanza, un proverbio, un concepto, un libro, es un acto de Generosidad muy valorado porque alumbra caminos, conecta neuronas. Yo he experimentado este tipo de Generosidad por ejemplo cuando mi maestro Miguel De Zubiría me escribe y me comparte su sabiduría, no obstante ser un hombre tan ocupado.

Los Recursos Materiales están relacionados con el tiempo, las cosas y el dinero. En nuestra cultura está enraizada la concepción de que “el tiempo es oro” y que por lo tanto no se puede desperdiciar. Pero cuando uno invierte tiempo en las personas, es la mejor inversión que puede hacer. Esta es una forma de Generosidad. Así el otro de pronto sea ingrato, en el fondo queda la sensación de que esa persona es importante para uno, y que por eso se esfuerza en compartir su tiempo con ella. Con respecto a las cosas y el dinero, hay un mecanismo psicológico que interfiere en la Generosidad de estos dos tipos de recursos. Me refiero al apego. Nos cuesta mucho desprendernos de las cosas materiales. Aunque puede suceder también que por compensar la falta de tiempo que le dedicamos a las personas, atenuamos esa culpa siendo “generosos” con las cosas materiales. Aquí es muy importante ser conscientes y no caer en el autoengaño, los Vínculos Afectivos se fortalecen no solo dando dinero y cosas, sino también escuchando, prestando atención, compartiendo conocimientos y tiempo.

¿Por qué practicar la Generosidad aumenta el Bien-Estar?

La respuesta es muy sencilla, porque esta practica es coherente con una ley universal: el que Da necesariamente Recibe. En otras palabras, la Generosidad activa otra actitud de la que después te hablaré: la Reciprocidad. Puede ser que el beneficiario de tu Generosidad no te corresponda a ti, pero la Vida si lo hace por intermedio de otras personas, que incluso hasta ni conocemos personalmente. Tal y como nos ocurrió con el regalo que recibimos de parte de Martha Alba, una Generosa mujer colombiana residente en Canadá, que sin nosotros saberlo, organizó una actividad en su restaurante para apoyarnos con equipos de computo que luego nos hizo llegar a través de su hermana Nancy. Y esto por que se enteró a través de un reportaje que nos hicieron en el periódico EL TIEMPO, a propósito del ejercicio de Formación en los Buses que hacíamos a principios de este año.

De modo que si queremos incrementar nuestros recursos afectivos, intelectuales y materiales, tenemos que ser generosos. Una y otra vez, todos los días de nuestra vida. Practicar la Generosidad nos trae Bien-Estar, y el Bien-Estar nos da Tranquilidad.

Pero la Generosidad empieza por casa. No puedo darle a los demás lo que no me doy a mi mismo. De modo que:

Si me doy a mi mismo, recibo.

Si le doy a mi pareja, recibo.

Si le doy a mi familia, recibo.

Si le doy a mi trabajo, recibo.

Si le doy a mis amigos, recibo.

Si le doy al grupo, recibo.

Si le doy a la sociedad, recibo.

Si le doy a la naturaleza, recibo.

Esto, a la luz de la Afectologia, es lo que hay que hacer para beneficiarnos de la práctica de la Generosidad y de paso –como diría mi gran maestro José Antonio Marina– alejarnos de la selva en la que habitan especímenes avaras, cicateras, dominantes, duras, egoístas, ególatras, gorrones, huraños, ingratos, insensibles, mezquinos, miserables, parásitos, secos, tacaños, usureros, vampiros, voraces y todas las formas contrarias a la Generosidad.

Así las cosas, ¿no vale la pena Generosidad?

Me encantaría saber tu opinión. O si lo deseas, conversar al respecto.

Andrés Paz

Formador Afectivo  

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